¿Qué va antes de dos puntos? ¿Qué va después de dos puntos? La respuesta a la segunda interrogante, definitivamente, es lo que permite normar el uso de este signo de puntuación.
Después de dos puntos van las fórmulas de cortesía, las citas textuales, la enumeraciones y los enunciados que tienen como propósito explicar al que le precede.
Mejor, veámoslo con calma.
Se usan dos puntos después de las expresiones de cortesía y saludo con que inician cartas, documentos, discursos, etc.
Después de dos puntos van las fórmulas de cortesía, las citas textuales, la enumeraciones y los enunciados que tienen como propósito explicar al que le precede.
Mejor, veámoslo con calma.
Se usan dos puntos después de las expresiones de cortesía y saludo con que inician cartas, documentos, discursos, etc.
Queridísima Marina:
Recibe afectuosos saludos... Estimado Alejandro: Con relación a... Damas y caballeros: La empresa se complace... |
Se usan dos puntos para dar pie a una cita textual.
La frase favorita de mi tía era:
“No hagas cosas buenas que parezcan malas”. Luis Eduardo Aute dice en una canción: "No sé qué sentido tiene la vida ni que coincidencia separa el bien del mal. No sé si este cuerpo que me encierra nace de algo más que un mineral”. En el prólogo de Crónica de una muerte anunciada, Santiago Gamboa se expresa de esta manera: “pero Crónica de una muerte anunciada es, sobre todo, una exacta y eficaz pieza de relojería. Los hechos que rodean la muerte de Santiago Nasar, en la madrugada siguiente al fallido matrimonio de Bayardo San Román con Ángela Vicario, van siendo reconstruidos uno a uno por el narrador, agregando cada vez, con los testimonios de los protagonistas, la información necesaria para que el muro se levante en equilibrio, la curiosidad del lector quede azuzada y se forme una ambiciosa historia coral, nutrida de múltiples voces”. Tournier dice en Viernes o los limbos del Pacífico: “en la Ciudad solar suspendida entre el tiempo y la eternidad, entre la vida y la muerte, los habitantes se hallan revestidos de una inocencia infantil, porque han accedido a la sexualidad solar que, más aún que andrógina, es circular”. Así describe García Márquez a la bella durmiente: “era bella, elástica, con una piel tierna del color del pan y los ojos de almendras verdes, y tenía el cabello liso y negro y largo hasta la espalda, y una aura de antigüedad que lo mismo podía ser de Indonesia que de los Andes. Estaba vestida con un gusto sutil: chaqueta de lince, blusa de seda natural con flores muy tenues, pantalones de lino crudo, y unos zapatos lineales del color de las bugambilias”. El Coronel no tiene quien le escriba comienza así: “El coronel destapó el tarro del café y comprobó que no había más de una cucharadita. Retiró la olla del fogón, vertió la mitad del agua en el piso de tierra, y con un cuchillo raspó el interior del tarro sobre la olla hasta cuando se desprendieron las últimas raspaduras del polvo de café revueltas con óxido de lata”. |
Se usan dos puntos antes de hacer una enumeración y después de las palabras: son, por ejemplo, a saber, los siguientes, como sigue y otras semejantes que indican que se enumerará.
Las frutas que más me gustan son: lima, naranja, plátano, sandía, pera y manzana.
En su bolsa Edith trae lo siguiente: un cepillo, una agenda, un lápiz labial, un monedero y una cajita de cerillos. El listado de útiles de Tania era como sigue: un cuaderno de tareas, una mochila roja, un punzón de punta roma, una caja de colores, tres cajas de crayones y un cuaderno de dibujo. Luego se encerró en su camarote rodeado de todos los consuelos de la filosofía holandesa: frasco de ginebra, queso con cominos, galletas de pumpernickel, una tetera pesada como un adoquín, tabaco y pipa. Transportó, además, desde el barco: dos cajas de galletas, un catalejo, dos mosquetes, una pistola de doble cañón, dos hachas, una azuela, un martillo, una cuchilla, un rollo de estopa y una pieza de estambre de color rojo. Tras haber colocado los cuarenta barriles de pólvora negra en lo más profundo de la gruta, dispuso además: tres cofres con vestidos, cinco sacos de cereales, dos cestos de vajilla y cubertería; varios cuencos con objetos de todo tipo: bujías, espuelas, joyas, lentes, gafas, cortaplumas, cartas marinas, espejos, dados, bastones, etc.; diversos recipientes para líquidos, un arcón con aparejos: maromas, poleas, fanales, pasadores, sedales, flotadores, etc., y, por último un cofre con piezas de oro y monedas de plata y cobre. La orilla se hallaba sembrada de lo siguiente: peces reventados, crustáceos rotos y montones de algas pardas, de esas que solo existen a una cierta profundidad. |
Se usan dos puntos cuando el segundo enunciado es una explicación, resumen o consecuencia del primero.
A mediados de agosto la virgen bendice las milpas, pues las plantas ya fructificaron: en el pueblo se festeja que ya se fue el hambre. Todo se comparte con los parientes y vecinos: un jarrito de atole, una cazuelita de guisado. De las historias de amor mi preferida es Romeo y Julieta: ver como unos enamorados luchan contra su destino. Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados. Yo debería tener unos diez años cuando mi padre me preguntó qué oficio deseaba ejercer de mayor. Sin dudarlo, le respondía: panadero. Un instante después una muralla de agua negra se desplomaba sobre el puente y lo barría de punta a punta, arrastrando todo a su paso: bienes y personas. Así era el ruido aquel: interminable como el golpear de la cabeza de un niño contra un muro de concreto. Aquel día de Pentecostés, por una coincidencia excepcional, habían concurrido dos acontecimientos raros: la muerte de un amigo y las bodas de plata de un discípulo eminente. Desde allí, efectivamente, podía abarcar todo el horizonte que le rodeaba: el mar se veía por todos lados. Ahora comprendía el extraño comportamiento del macho cabrío que acababa de machacar: aquel animal jamás había visto a un ser humano. Como el humo de la locomotora siguió entrando por la ventanilla, la niña abandonó el puesto y puso en su lugar los únicos objetos que llevaban: una bolsa de material plástico con cosas de comer y un ramo de flores envuelto en papel de periódicos. Un mediodía ardiente hicieron una asombrosa demostración con la lupa gigantesca: pusieron un montón de hierba seca en mitad de la calle y le prendieron fuego mediante la concentración de los rayos solares. |