La coma es el signo de puntuación que más usos tiene, y sin embargo, parece ser también el que menos confusiones provoca en el redactor, quien a la hora de escribir lo utiliza con soltura, precisión y exactitud.
Usarlo de una manera razonada y apegada a lo estipulado en las reglas, dotará al texto de las pausas necesarias que se manifiestan en el sentido y significación que el emisor desea dar al enunciado.
Veamos entonces, los usos más frecuentes de este signo de puntuación.
Se usa coma para separar los elementos cuando se hace una enumeración, excepto el último que va enlazado con “y”, “o”, “ni”, “que”, etcétera, dependiendo de la construcción del enunciado.
Usarlo de una manera razonada y apegada a lo estipulado en las reglas, dotará al texto de las pausas necesarias que se manifiestan en el sentido y significación que el emisor desea dar al enunciado.
Veamos entonces, los usos más frecuentes de este signo de puntuación.
Se usa coma para separar los elementos cuando se hace una enumeración, excepto el último que va enlazado con “y”, “o”, “ni”, “que”, etcétera, dependiendo de la construcción del enunciado.
Dicen que es casi el paraíso, pues la tierra da frutos como: papayas, sandías, plátanos, mangos y caña de azúcar.
Los siguientes latinoamericanos han contribuido a la literatura universal: Juan Rulfo, Octavio Paz, Juan José Arreola, Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias y Gabriel García Márquez. En la biblioteca de tu abuelo encontrarás estos títulos de la extensa obra de García Márquez: El coronel no tiene quien le escriba, El otoño del patriarca, Ojos de perro azul, La hojarasca, Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos del cólera, Cuando era feliz e indocumentado, Relato de un náufrago y Cien años de soledad. Gabriela habla varios idiomas: inglés, italiano, francés, portugués, alemán y español. La fiesta estuvo de lo más desairada, sólo estuvieron presentes Diego, Arturo, Sandra, Anita, Edith y Lulú. La gran mayoría de nuestras posturas y gestos se da a nivel subconsciente, lo cual revela verdades, mentiras, nervios, estrés, comodidad, etc. |
Se usa coma para separar enunciados breves, consecutivos que se refieren al mismo tema.
Noche de fiesta, pocas horas de sueño, bullicio, risa loca, alba que lastima los ojos, anuncio de un nuevo día.
Un suéter verde, dos pantalones de mezclilla y un par de zapatos tenis eran todo su equipaje. El verde paisaje de tus ojos, la muda promesa del coral de tus labios, la sinfonía de tu cabello al viento, perfecta diosa del Olimpo. La lluvia caía pertinaz, los relámpagos iluminaban el paisaje, las ranas estaban de fiesta, el labriego miraba con regocijo como la tierra consumía el agua. Diego leía su ponencia, el silencio era absoluto, se hubiera oído el volar de una mosca nadie interrumpía, estábamos embelesados. El teléfono sonaba insistentemente, Martha hacía oídos sordos, Perla ni se percataba, Alma hacía esfuerzos por llegar hasta el aparato. Al momento de entrar a la oficina del reclutador camina lo más erguido que puedas, respirando de forma relajada, siempre estableciendo contacto visual y si te cuesta mucho trabajo sostener la mirada, imagina un pequeño triángulo entre las cejas. Cuando te encuentres en la silla a punto de iniciar la entrevista, escucha activamente todo lo que dice el reclutador inclinándote ligeramente hacia adelante, no interrumpiendo y muy sutilmente acariciando con tu mano derecha la barbilla. No dejes de establecer contacto visual, sonriendo y asintiendo con la cabeza, ya que estarás mostrado interés en la conversación. Para saber interpretar lo que tu cuerpo quiere decir, es muy importante observar el contexto en el que te ocurren ciertas posturas y gestos, también la congruencia entre tus palabras y acciones, así como analizar un conjunto de ellos para saber lo que realmente te está sucediendo. |
Se usa coma después del vocativo cuando va al inicio del enunciado. Va entre comas cuando está intercalado. Estará precedido por coma si va al final.
Karla, atiende a los clientes con cortesía.
La atención a los clientes, Karla, debe ser con cortesía. Con cortesía se atiende a los clientes, Karla. Papá, no puedo con esta mochila. No puedo, papá, con esta mochila. No puedo con esta mochila, papá. |
La conjunción “pues” cuando indica causa, razón o motivo va precedida de coma.
Toma agua hervida, pues, en esta temporada hay mucho riesgo de contraer una enfermedad intestinal.
La victoria fue fácil, pues el equipo contrario venía muy diezmado. Llegó justo a tiempo, pues el examen era a las diez. Tecleaba rápidamente, pues tenía un compromiso a las cinco. La novela le gustaba, pues creía verse retratado en la historia. Se preguntó si la historia sería verídica, pues le parecía producto de una imaginación prodigiosa. Una resistente pértiga podía servirle como medio de propulsión, pues cuando había marea baja, el agua era poco profunda hasta la altura de las primeras rocas, y en éstas podría apoyarse a partir de ese momento. Los libros que encontró esparcidos por los camarotes habían sido hasta tal punto estropeados por el agua del mar y las lluvias, pues el texto impreso se había borrado; pero se dio cuenta de que si dejaba secar aquellas páginas blancas al sol, podría utilizarlas para escribir su diario, si encontraba además un líquido que pudiera servirle de tinta. Necesitó una gran fuerza de carácter para contenerse de arrancar las hierbas parásitas que brotaban aquí y allá en su hermoso tapiz de cereales, pues no podía quebrantar la palabra evangélica que ordena separar el buen grano de la cizaña antes de la siega. |
Antes de las conjunciones adversativas: pero, mas, sino, aunque, etcétera se usa coma.
Estamos en verano, mas hace frío.
Estamos en verano, pero hace frío. Estamos en verano, sin embargo hace frío. Yo no dije eso, sino lo contrario. No lo hizo Juan, sino Pedro. No llegué tarde a propósito, sino que las obras en la carretera me lo impidieron. No ignoraba de qué estaba hablando, antes bien, estaba plenamente informado. No es una mala película, si bien tampoco es una obra maestra. De este modo se dio cuenta de que el prójimo es para nosotros un poderoso factor de distracción no sólo porque nos perturba sin cesar y nos arranca de nuestros pensamientos, sino además porque la sola posibilidad de su aparición proyecta una imprecisa claridad sobre un universo de objetos que se hallan situados al margen de nuestra atención. |
Van entre comas los enunciados explicativos intercalados. Estos enunciados intercalados pueden servir también para mencionar el nombre del autor de la obra, idea o pensamiento. Nótese que pueden suprimirse sin perjudicar el sentido fundamental.
El perro, que estaba furioso, parecía romper la cadena.
Este invierno, por las bajas temperaturas, hay muchas enfermedades respiratorias. Ese ruido, de día y noche, me taladra los oídos. En ella podía verse, mancillado con manchas de grasa, a un personaje con corona y cetro que se mantenía de pie en un carro tirado por dos corceles. El hombre que veis, cogido entre fuerzas opuestas, es un bufón reconocible por su cetro. Diez días antes, una línea verde, situada a babor en el horizonte, había advertido a la tripulación que tras franquear el trópico de Capricornio, doblaba las islas Desventuradas. Se trataba de una especialidad, le había explicado el hombrón, de queso de Holanda y guano. Camarón que se duerme, decía mi abuelo, se lo lleva la corriente. En La Mala Hora, explicó el profesor, García Márquez nos habla de un pueblo insurrecto. Todo deporte, contaba el entrenador, exige mucho sacrificio y entrega. |
Se usa coma para suplir la omisión de un verbo fácil de adivinar. Esto funciona en enunciados consecutivos.
Manuel es muy trabajador; Pedro, un haragán.
Papá ve televisión; mis hermanos, una historieta; mamá, una revista de modas; yo, los contemplo arrobado de emoción. Ayer la clase comenzó temprano; hoy, muy tarde. Mi madre era demasiado exigente; mi padre, un gran conciliador. Ella repartiría las tarjetas de agradecimiento; él, los regalos. A pesar del mal tiempo llegó temprano; ella, muy tarde. Enrique está en la biblioteca; Miguel, en el cine; Alejandro, en su oficina; Lulú, en la sala de juntas. De su padre aprendió desde muy niño el dominio de las armas de fuego; también, el amor por los caballos y la maestranza de las aves de presas altas; de la misma manera, las buenas artes del valor y la prudencia. En las ramas de los almendros estaban todavía las guirnaldas de colores de la boda; en la plaza, las botellas vacías y toda clase de desperdicios de la parranda pública. Todo fue por el ajedrez: al principio jugaban a las siete de la noche; después, una vez devorada la cena; más tarde, las partidas de ajedrez quedaron reducidas a las noches que sobraban de las películas de estreno. Por sus méritos propios, Santiago Nasar era alegre y pacífico, y de corazón fácil; Cristo Bedoya, buen conversador; Bayardo San Román, un hombre triste; Dionisio Iguarán, un jugador empedernido. |